LA PRINCESA DEL REINO DE LOS OLVIDOS

Cada mañana, hace muchos años, una pequeña princesita se levantaba a observar la salida del sol, le encantaba saludarlo con una sonrisa en su hermoso rostro, ya que sentía que él era la compañía más fiel que alguien pudiese tener. Cierto día, cuando se disponía a abrir sus ojos redondos y azulados como el cielo, se dió cuenta que la luz del sol no la podía alcanzar, sentía que la vida se le estaba yendo en un segundo y empezó a gritar desesperadamente. No lograba comprender porqué le sucedía esto, ya que siendo tan joven era limpia de espíritu y llena de bondad. En unos minutos su cuarto estaba lleno de personajes diversos, que por curiosear se acercaban a observar lo acontecido.Todos quedaban atónitos cuando se percataban de un detalle, el rostro de la hermosa princesita ya no era igual, sus ojos azulados no estaban encendidos, se encontraban ocultos detrás de dos paredes delgadas que impedían a toda costa el cruce de miradas entre la princesita, el sol radiante y la gente husmeante. La tragedia había llegado al reino de los olvidos, porque asi se llamaba este país, ya que sólo estaba habitado de las personas olvidadas en las memorias de los seres supremos.

Pasaron los días, y la situación no cambiaba para la pequeña, quien con la paciencia en el borde del abismo sentía un dolor profundo en su triste corazón. El reino de los olvidos, decidió hacer entonces una reunión urgente para analizar la situación. En el salón principal del castillo se encontraban vasallos, clérigos, reyes y entes religiosos; todos preocupados por la falta de alegria de la pequeña princesa y, por lo tanto, de todos los habitantes del reino. Es que lo que aún no saben quienes leen esta historia, es que la princesa era el pilar fundamental que mantenía en pie a todos los habitantes de este extraño país, recordado por muchos, pero olvidado por unos pocos seres superiores, grandes creadores de este país.

En medio del salón se encontraba hablando, el maestro de la palabra, el abad. Él, en un tono de voz fuerte, sólo dijo lo que debía decir: -La princesa esta ciega, y sólo nosotros, con nuestra palabra le podemos mostrar y hacer recordar lo que hasta el momento ella a dejado en el olvido-. El silencio invadió el lugar por varios minutos, todos se encontraban analizando las sabias palabras del maestro de la abadía. El problema estaba claro, la princesa tuvo un olvido de algo que amaba y disfrutaba, y por eso estaba ciega. No podia recordar como era aquel rayo de luz caliente que cada mañana iluminaba su rostro y la llenaba de alegria; algo en su interior se había ido, el olvido la estaba invadiendo y si no hacian algo los habitantes del país, no sólo estarían olvidados por los seres supremos, sino también por los muchos seres que los recordaban y que los hacían perdurar en el mundo de lo real.

Después de la reunión, uno de los asistentes decidió ir al cuarto de la pequeña princesa, la observó detenidamente y le cogió la mano con delicadeza. La pequeña se asustó, era la primera vez que sentía con sus manos las manos de alguien, las tocó suavemente y con detenimiento para poder llevar a su memoria una imagen de lo palpado en ese instante. Desde ahí comprendió que sus manos le servían de ojos sin que ella lo hubiese notado antes. Al día siguiente, la misma persona llego al cuarto de la princesa, abrió la puerta suavemente y, alli estaba ella esperándolo con un rostro cada vez más puro y tranquilo. Tomo nuevamente su mano, la llevó al borde de la ventana y sin decirle nada espero unos instantes a que las caricias del rey sol se posarán sobre las mejillas de la pequeña. De repente una sonrisa se reflejaba en el rostro de ella, y todos los habitantes del reino, inmediatamente sintieron deseos de reir, las carcajadas sonaban en las montañas lejanas, y pronto la princesa comprendió, o mejor dicho recordó aquel compañero fiel que la saludaba cada mañana, entonces un rayo de luz azul salió de sus ojos al encuentro de la caricia calurosa del sol de las mañanas de aquel reino de los seres olvidados pero felices de existir allí. Las palabras no llegaron, pero las sensasiones fueron las protagonistas de esta historia…

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